lunes, enero 19, 2009

Chan

Cuando una cosa tiene una ínfima calidad recibe el adjetivo "Chan". Así uno puede referirse a que algo ha sido elaborado a toda prisa, "al aventón" o improvisadamente utilizando dicho calificativo. Por ejemplo:
- No será la gran comida, pero abrir una lata es, al menos, una chan - comida
- Es una estación de radio en internet, no es nada formal es una chan - radio

O bien, se puede ocupar para enfatizar que algo es corriente, que no tiene la categoría esperada:
- ¿A esto le llamas fiesta? Es sólo una chan - reunioncita
- Ese perro no es de raza... es más bien un chan -perro
- No es un platillo gourmet, apenas un chan - guisado...
- Pues la película está chan, vaya, está "palomera", no es la gran cosa...

Por ello, los sandwiches preparados con rebanadas de jamón del grueso de un papel cebolla, con queso elaborado con insumos de dudosa calidad, bien podría llamarse un Chan-wich

lunes, febrero 11, 2008

El chapeador

Uno de los oficios más humildes en Mérida es el de chapeador. Cuando uno escucha el nombre se pregunta ¿qué es exactamente a lo que se dedica un chapaeador? Muy fácil: se dedica a chapear el monte. Un chapeador es un casi-jardinero. Lo que hace es asegurarse de que el césped sea mantenido a raya y no crezca demasiado. Así, si la maleza cubre un determinado terreno, como ocurre regularmente con los baldíos o con aquellos que son descuidados por los propietarios, el chapeador entra en acción y elimina las yerbas, los espinos, las plantas silvestres y restaura el orden de ese pequeño espacio.
Acá en la península llamamos monte a toda extensión por la cual crece la vegetación sin más cuidado que el procurado por su caos interno. En otras partes de la República un monte es, precisamente un montículo de tierra, una elevación en el terreno, una protuberancia, un accidente orográfico menor. Aquí simplemente no habría montes en ese sentido porque la península es completamente plana. Tanto así que las únicas protuberancias que conocemos son los topes antes de las líneas cebra del paso peatonal. Es tan plano el terreno que si uno se sube a una silla casi puede ver el mar.
Por ello, cuando uno quiere deshacerce de una compañía desagradable simplemente puede proferir algo así como: "Vete a chapear el monte"

lunes, enero 28, 2008

El Xix

Cuando niño, mi madre me inculcó que era de "buena educación" dejar el "cumplido". Así se le llamaba a un pequeño residuo de comida en el plato. "Sólo los muertos de hambre no dejan cumplido", dice Chelo, mi abuelita a sus 103 años. Sin embargo, con todo esto del calentamiento global, la crisis energética, la hambruna y la constante amenaza de la guerra en uno y otro sitio del mundo, dejar cumplido ha pasado a ser sinónimo de inconsciencia.
Aquí en Mérida a aquel pequeño residuo de comida, pero también al de la bebida se le llama Xix (se pronuncia Shish). Por ejemplo, cuando uno toma una refrescante cerveza, aquella ínfima cantidad que no es servida en el vaso es el Xix. Las sobras de la comida también reciben el nombre de Xix. Incluso hay quien ve (gusta) las telenovelas y cuando están por terminar espeta "Aguanta, todavía falta el Xix".
Cuando alguien come aquel pastel delicioso que antoja al que lo acompaña es común decirle "Oye ¿me guardas el Xix?" O hasta "¿me separas el Xix?"
¡¿Quién en su sano juicio deja una coca cola a la mitad, casi consumida sin acabarse el Xix, levantándose precipitadamente de la mesa sin darse cuenta que las últimas gotas, el Xix, son las de la felicidad?!
Ahora que se acerca el carnaval me hace recordar el desfile que fue cubierto por un medio de comunicación local con motivo de una fiesta cívica, en la cual el conductor, cerca del final inminente del evento cayó presa de una equivocación sumamente embarazosa, porque mientras se acercaba una columna del ejército en lugar de decir "se trata del decimo noveno regimiento" sólo alcanzó a articular "y este desfile lo cierra el Xix del ejército (sic)".

jueves, septiembre 27, 2007

La chafa

Los chilangos, como nos llamamos los provenientes de la capital del país, o como nos dicen en la península: los huachos -o huaches-, solemos ocupar las palabras creyendo que tienen un sólo sentido: el que les atribuimos. No obstante desde acá descubrimos nuevos significados que terminamos añadiendo a nuestro repertorio.
En el D.F., cuando hacemos alusión a que algo está mal elaborado, o bien cuya calidad es dudosa o presenta ciertas condiciones mínimas, decimos que es chafa, hechizo, vaya de una menor valía.
Empero en la península, adquiere un sentido complementario: cuando se habla de que hay un engaño, una chapucería o trampa se dice que hay "una chafa".
Así, cuando un mago por descuido revela su truco, decimos "ahí está la chafa". También se dice que cuando algún alumno en un papel de pequeñas dimensiones hace la guía de apuntes que le servirá para el examen está haciendo su "chafa", aunque en el D.F. le llamamos acordeón. En contraste con el D.F. , la chafa y no lo chafa habla de un engaño mientras lo segundo de algo de ínfima calidad.
"Es sólo la chafa"se dice para designar lo que es aparente y engaña a los sentidos. O "¿Cuál es la chafa?" preguntan ambos socios cuando un negocio es muy bueno como para ser cierto.
¿Vas a improvisar tu discurso? le pregunto a un colega
"No, claro que no, traigo conmigo la chafa", me contesta.
Espero que estos ejemplos sean lo suficientemente representativos y que no resulten tan chafas. Aquí sólo escribo lo que pasa: no hay chafa.